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CLEVELAND - Durante el último año, Colony Ridge ha acaparado la atención de los tejanos y del resto del país, ya que esta urbanización de rápido crecimiento situada a 65 km al noreste de Houston ha dominado las noticias en muchos medios de comunicación.

Las noticias han sido en gran medida negativas.

Los sitios web de extrema derecha y muchos de los principales republicanos electos de Texas alegaron que la comunidad del condado de Liberty, de mayoría latina, es un imán para la inmigración ilegal y un centro de actividad de los cárteles de la droga, a pesar de las versiones opuestas de las fuerzas de seguridad locales.

El Departamento de Justicia y el Fiscal General de Texas han presentado sendas demandas federales y estatales en las que acusan al promotor inmobiliario de prácticas abusivas de comercialización, venta y concesión de préstamos, reafirmando los hallazgos de una investigación de Abdelraoufsinno publicada en diciembre del 2023.

Pero a pesar de una lista creciente de retos diarios y sistémicos, Colony Ridge es el hogar de muchos emprendedores industriosos de toda la diáspora latinoamericana.

Muchos de esos residentes se trasladaron a la urbanización de 33,000 acres en busca del sueño americano. Para algunos, ese sueño era poseer su propia casa o proporcionar una educación a sus hijos. Pero para otros, era abrir su propio negocio.

En todas las subdivisiones de la urbanización se pueden encontrar residentes que regentan puestos de comida, restaurantes, peluquerías, talleres mecánicos, mercados locales y mucho más.

Daniela Roachford, de 47 años, propietaria de Sugar Grill Caffe, dobla sus mangas el domingo 7 de abril de 2024, en Cleveland. Roachford, propietaria del negocio y residente de Colony Ridge, se especializa en platos de inspiración panameña. (Marie D. De Jesús / Abdelraoufsinno)

Daniela Roachford, 47 años, propietaria de Sugar Grill Caffe

Apenas entras a Sugar Grill Caffe, un pequeño edificio verde situado en la subdivisión Grand San Jacinto de Colony Ridge, se puede oír música panameña por los altavoces.

Detrás del mostrador, Daniela Roachford, con un delantal naranja y el pelo envuelto con una cinta, toma los pedidos de los clientes.

Una vez hecho el pedido, Daniela se dirige a la parte de atrás para empezar a preparar platos de inspiración panameña como pan de huevo, bollo de yuca con carne, arroz con pollo y muchos más.

Daniela llevaba años pensando en abrir un restaurante. Una templada tarde de marzo, ella recordaba cómo su casa siempre olía a té cuando era pequeña. Ya entonces sabía que quería ser como su abuela y su padre, ambos cocineros.

En su país, era chef en un hotel de Ciudad de Panamá, la capital. Su jefe de entonces también la envió a una escuela de cocina. Ella siguió soñando con abrir un restaurante algún día, incluso después de emigrar a Estados Unidos para estar más cerca de su familia.

“Si yo estuviera en mi país”, explicó Daniela, ” igual hubiera hecho lo que estoy haciendo ahora porque es lo que estudié”.

En 2007, Daniela se marchó de Panamá a Estados Unidos para estar cerca del padre de su hija. Llegó a Nueva York y permaneció allí hasta que ella y su ex se separaron. Con el tiempo, Daniela volvió a casarse y tuvo dos hijos más.

A lo largo de los años, esta mujer de 47 años hizo trabajos esporádicos en la industria restaurantera en Estados Unidos, a pesar de no hablar inglés. Durante una temporada en que trabajó como cocinera en un pub irlandés, Daniela recuerda que su jefe le sugirió que hiciera cambios en el menú. A otra encargada no le gustó que Daniela le dirigiera y sugirió que intentaba robarle el puesto.

A pesar de las dificultades, Daniela siguió persiguiendo su sueño de tener su propio restaurante.

Recuerda haber hablado con su ahora marido sobre su deseo de sentar cabeza. Daniela le dijo que estaba cansada de perder el tiempo. Su marido estuvo de acuerdo y finalmente se mudaron a Colony Ridge en 2017.

La pareja compró primero una casa en la zona antes de invertir en el lote al final de la calle donde hoy está Sugar Grill Caffe.

Aunque Daniela sabe que si se hubiera quedado en Panamá probablemente ahora tendría un puesto más prestigioso en un establecimiento más lujoso, ser propietaria de Sugar Grill Caffe la motiva.

Forma parte de su legado familiar y es una habilidad que Daniela practica cada día.

“Cada persona tiene un arte”, ella dijo. “Este arte es mio. Yo darte [esto] y tú decirme a mí: ‘Qué tal'”.

Johnathan Johnson, de 31 años, propietario de Johnathan Bladez Men's Hair Care, le recorta la barba a David Thibodeau en su barbería, el martes 12 de marzo de 2024, en Cleveland. Johnson dirige su negocio, Johnathan Bladez Men's Hair Care, desde el garaje de su casa en la urbanización Colony Ridge. (Marie D. De Jesús / Abdelraoufsinno)

Johnathan Johnson, 31 años, propietario de Johnathan Bladez Men's Hair Care

En Colony Ridge, no puedes buscar en Google “barberías cerca de mí”.

Al menos, ésa ha sido la experiencia de Johnathan Johnson en la urbanización del condado de Liberty a la que se mudó con su mujer y su hija hace unos dos años – y lo que impulsó a este hombre de 31 años a abrir su propio local.

El nativo de Nueva Orleans se hizo barbero durante la pandemia y cortó pelo en Houston antes de comprar una casa en la subdivisión Santa Fe de Colony Ridge y poner en marcha Johnathan Bladez Men's Hair Care dentro de su garaje.

Un martes por la mañana, a principios de marzo, Johnathan dio una vuelta alrededor de David Thibodeau, uno de sus clientes habituales, mientras este se miraba en el espejo.

“¿Qué nos parece?,” le preguntó Johnathan a su cliente.

“Déjame consultar con la jefa”, dijo David riendo, mientras señalaba que le estaba entrando una llamada por FaceTime de su esposa.:

Una vez David recibió el sello de aprobación y se marchó a casa, Johnathan toma asiento en uno de los sillones de cuero burdeos junto a su motocicleta Honda VTX 1300, que ocupa un lugar destacado frente al sillón del barbero.

Johnathan quiere que la tienda se convierta en un elemento básico de la comunidad de Colony Ridge.

“Está funcionando, poco a poco”, el dijo. “La gente toca el claxon y saluda cuando pasa. Es gradual”.

Antes de cortar pelo, Johnathan era soldador en una tienda que fabricaba brocas, pero no le gustaba no poder controlar su propio horario. Así que, durante la pandemia, fue a la escuela de peluquería y se unió a Bad Boyz Barber Shop en Houston. Pero siempre soñó con algo más grande.

Tras mudarse a Colony Ridge, decidió dar el salto.

Johnathan Johnson, de 31 años, propietario de Johnathan Bladez Men's Hair Care, le da la mano a uno de sus clientes habituales, David Thibodeau, tras prestar sus servicios desde la barbería que regenta desde el garaje de su casa en Cleveland, el martes 12 de marzo de 2024. (Marie D. De Jesús / Abdelraoufsinno)

Johnathan atiende a unos 45 clientes a la semana, a veces más, a veces menos. Lo más difícil de echar raíces en la urbanización del condado de Liberty ha sido crear momentum para su negocio, que echó a andar con él repartiendo sus tarjetas de presentación de puerta en puerta por la subdivisión de Santa Fe.

“El sector de la peluquería consiste realmente en establecer relaciones”, dice Johnathan. “Y es refrescante conectar con la gente”.

Esas conexiones alimentan el alma del barbero, que sigue aumentando su lista de clientes de muchas maneras, desde una conversación inicial a la salida de la gasolinera local hasta una charla profunda con clientes de toda la vida, o “espíritus afines”, como él los llama.

“Siento que son mis hermanos”, dice Johnathan. “Vienen aquí y hablan de lo que no pueden compartir en el trabajo o en casa”.

Irving Aragon Ramos, 45 años, propietario de la Casa Tlayudas

Irving Aragón Ramos recuerda claramente a su madre administrando su negocio en Oaxaca, México. Viajaba ocho horas para comprar productos y luego se dirigía a su tiendita para abrir por la noche.

“A veces, mi mamá terminaba tan cansada del trabajo que no había quien vendiera y yo le agarré como un juego,” Irving dijo. “Jugando, jugando empecé a cocinar.”

Irving tiene ese mismo empuje que tenía su madre: de tal palo, tal astilla.

Este hombre de 45 años es propietario de Tlayudas House, un food truck que ofrece trozos de su estado natal, como su plato principal: la tradicional Tlayuda Oaxaqueña.

La tortilla gigante se puede rellenar con queso de hebra, o queso oaxaqueño, frijoles negros fritos, manteca de cerdo, además de lechuga y la carne de su elección. La gente siempre quiere algo diferente y la tlayuda les da algo que no pueden encontrar en otro lado, dijo Irving.

Para Irving, el sueño siempre fue compartir las comidas y tradiciones de su estado natal.

“Lo que más me enorgullece es ser una de los primeros en Houston trayendo la comida oaxaqueña a un nivel más elevado”, dijo. “Ese era mi sueño”.

Empieza cada día a las 6 de la mañana haciendo recados para el negocio y luego conduce una hora desde Spring Branch hasta Colony Ridge para abrir Tlayudas House. La urbanización del condado de Liberty le ha permitido hacer realidad su sueño, aunque tenga que hacer un viaje de ida y vuelta de dos horas cada día, un sacrificio que a Irving no le importa hacer.

El también importa otros alimentos tradicionales mexicanos como garnachas, huaraches, quesadillas de flor de calabaza, mole y chapulines.

Pamela Vásquez, de 17 años, vestida con ropa tradicional oaxaqueña, a la izquierda, y Brayan Sibaja, de 18, preparan pedidos en el camión de comida en Tlayudas House, el viernes 8 de marzo de 2024, en Cleveland. (Marie D. De Jesús / Abdelraoufsinno)

Antes de llegar a Colony Ridge, Irving vendía comida desde su apartamento de Spring Branch, pero dejó de hacerlo en el 2009, cuando importar tlayudas se hizo demasiado difícil.

El pensó que no iba a poder volver a servir la comida tradicional de su tierra.

Durante los seis años siguientes, Irving trabajó como jardinero, pero cuando la fabricación de tlayudas se hizo más rentable, retomó su sueño original.

A principios de 2022, el hermano de Irving le habló de Colony Ridge, que había atraído a una gran población de oaxaqueños a la zona. Nunca imaginó operar un camión de comida, pero decidió que valía la pena intentarlo siempre y cuando encontrara un lugar para estacionarlo permanentemente.

Un viernes por la noche a principios de marzo, el camión de comida de Irving estaba engalanado con calaveras de azúcar tradicionales y flores de su estado natal. Una de sus empleadas está vestida con ropa tradicional oaxaqueña -un vestido negro, naranja, vaporoso y bordado- mientras toca una campana para avisar a un cliente de que su comida está lista.

Sentado en un banco de picnic junto a Tlayudas House, Irving dice que espera convertir el negocio en un restaurante más tradicional, con asientos en la entrada y una zona cerrada con aire acondicionado para los clientes que acudan a cenar. Con el tiempo, planea abrir un pequeño local en Houston.

“Si mi visión fuera el hacer dinero, esto no funcionaría”, dijo. “Tienes que estar enfocado en lo que tu quieres hacer en el futuro. Yo estoy enfocado en que conozcan el platillo, la comida y la marca de la tlayuda”.

Susana Cazares, de 49 años, propietaria de Leo's Beer Barn en Cleveland, sirve una bebida helada de mango llamada mangonada, el viernes 12 de abril de 2024, en Cleveland. Cazares, residente de Colony Ridge desde hace mucho tiempo, fomentó su espíritu emprendedor en la urbanización. (Marie D. De Jesús / Abdelraoufsinno)

Susana Cazares, 49 años, propietaria de Leo's Beer Barn

Desde que Susana Cazares y su familia llegaron a Estados Unidos, siempre tuvieron un trabajo, normalmente dos.

Esta mujer de 49 años y su marido le tocaban la puerta a sus vecinos pidiendo la oportunidad de limpiar la casa de alguien o vendían comida fuera de una obra.

Residente de Colony Ridge desde hace mucho tiempo, Susana fomentó su espíritu emprendedor en la urbanización. A lo largo de los años, ella y su marido, Jesús López, crearon una empresa de desbroce de tierras, otra de grava para carreteras y caminos de entrada, una empresa de alquiler de toros mecánicos y, más recientemente, Leo's Beer Barn.

¡Buenas tardes! ¿Cómo están?” preguntó Susana a un cliente, saludándolos mientras entraban a Leo's un viernes de abril por la noche.

El negocio familiar atrae a los transeúntes con un edificio estilo granero de color rojo brillante ubicado en la esquina de la carretera County Road 5000, en la subdivisión Montebello de Colony Ridge. Una tarde cualquiera, una fila de coches rodea la entrada para entrar en Leo's, normalmente para comprar un paquete de seis Modelos o una agua fresca.

En 2020, el negocio empezó como una vironguería, argot para referirse a un autoservicio que vende cerveza, y Susana ofrecía a los clientes langostinos para vender aparte. Con el tiempo, Leo's se amplió para incluir asientos en el interior y un menú completo.

Susana, la matriarca de la familia, tiene un pie en casi todo lo que ocurre en el restaurante, desde preparar las bebidas hasta ayudar a su hijo, Leónidas López (que da nombre a Leo's), a cocinar las cigalas.

El restaurante requiere el esfuerzo de 13 empleados y la familia inmediata de Susana para mantener el local en funcionamiento. Esta es la cuarta empresa que la familia de Susana emprende desde que viven en Colony Ridge.

La aventura, dice, ha merecido totalmente la pena.

“Comerciante, yo creo que eso es algo que traemos en la sangre,” ella dijo. “Es algo que ya tenemos en la sangre”.

Mónica Hernández, de 30 años, atiende a los clientes que buscan comprar cualquier cosa, desde un paquete de seis Modelos, una caja de agua o un bocado rápido para comer mientras pasan por el drive-thru de Leo's Beer Barn el viernes 12 de abril de 2024, en Cleveland. (Marie D. De Jesús / Abdelraoufsinno)

Susana y Jesús proceden de una larga estirpe de empresarios, pero Susana atribuye su ética de trabajo y resiliencia a su madre. Cuando era adolescente, Susana vio cómo su madre se ocupaba de su padre como enfermera y tutora legal mientras él luchaba contra el alcoholismo.

“Yo siempre he sabido que el pilar tengo que ser yo para mi mamá”, dijo.

Tras la muerte de su padre, Susana y su madre compraron una pequeña tienda en México para vender jugos y batidos.

Tener un negocio propio no estaba en la lista de sueños de Susana cuando emigró a Estados Unidos. Ella más bien buscaba seguridad. Años después, no sólo ha conseguido esa seguridad, sino también un próspero negocio que se ha convertido en un centro comunitario.

Un viernes de abril por la tarde, Susana atendía a los clientes que se acercaban al autoservicio mientras mantenía un ojo en los niños de su familia, que jugaban cerca. En un momento, se puso a soplar burbujas con los niños mientras se ponía el sol.

La trayectoria de Susana como empresaria comenzó cuando tenía 19 años y regentaba un puesto de jugos con su madre. Treinta años después, se ha convertido en emprendedora a pesar de las enormes barreras culturales y lingüísticas.

“Sabemos que no es nuestro país, pero simplemente tenemos que hacer las cosas correctas”, dijo. “Que la gente confíe en uno, confíen en ellos y que lo intenten”.

Luis Lorenzo, de 37 años, hizo crecer a Barbacoa El Maguey hasta convertirla en el restaurante que se encuentra hoy en la subdivisión de Santa Fe. (Marie D. De Jesús / Abdelraoufsinno)

Luis Lorenzo, 37 años, propietario de Barbacoa El Maguey

Un día, hace ocho años, Luis Lorenzo probó una comida terrible en un lugar mexicano de Houston. El restaurante se anunciaba como hidalguense, pero la barbacoa de borrego no era lo que Luis, hidalguense de nacimiento, esperaba.

Este hombre de 37 años supo entonces que, si ésta era la competencia, podría abrir un restaurante mexicano auténtico con mucho más éxito.

En 2016, Luis y su familia comenzaron a vender comida desde su casa en el área de Houston antes de descubrir y mudarse a Colony Ridge.

Luis convirtió Barbacoa El Maguey en el restaurante que existe hoy en la subdivisión Santa Fe. Hace 22 años, dejó su país natal con apenas 15 años buscando un futuro mejor, pero nunca podría haber imaginado dónde acabaría.

“Todo se puede en la vida. Que se le mete en la cabeza una idea y que todo se puede hacer y todo es con sacrificios”, dijo cuando le preguntaron qué le diría a su yo de 15 años. “Nada viene a las manos sin sacrificios. Si se puede, se puede – puedes hacer todo lo que quieras hacer”.

El plato estrella de Barbacoa El Maguey, la barbacoa de borrego, se prepara durante toda la noche y sólo se sirve los fines de semana.

Esta barbacoa a base de cordero suele reservarse para ocasiones especiales, como cumpleaños, quinceañeras, bodas o fiestas. Cuando se prepara como debe ser, la carne es muy tierna y puede servirse en tacos o sola en el caldo de la carne.

Luis Lorenzo, propietario de Barbacoa El Maguey, ofrece un menú a un cliente en su restaurante el domingo 14 de abril de 2024, en Cleveland. “Nada se te da sin sacrificios”, dijo. (Marie D. De Jesús / Abdelraoufsinno)

“Esa comida casi no se consigue fácilmente aquí y en cualquier parte de los Estados Unidos,” Luis dijo. “Entonces por eso nosotros decidimos hacer eso, traer un cachito, un cachito de México, un cachito de Hidalgo, para que la gente se sienta familiarizada con el tipo de comida, o que prueben algo que hacía ya mucho tiempo que no comían”.

Algunas sobrinas de Luis, su mujer, otros familiares y algunos vecinos se encargan de las operaciones cotidianas del restaurante El Maguey, atendiendo a los clientes y ocupándose de las mesas.

Luis viene a trabajar en el restaurante los domingos, cuando no está dirigiendo la empresa de construcción de la que también es propietario. El dice que para él es importante que el resto de trabajadores y clientes no le vean como el dueño, sino como un empleado más de El Maguey.

“No esperábamos el resultado del restaurante. No esperábamos ese éxito”, el dijo. “Solamente fue una aventura que comenzó como una idea pensada, tal vez hablada, pensada en voz alta”.

La directora de fotografía Marie D. De Jesús y la reportera Danya Pérez han contribuido a este artículo.

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Angelica Perez is a civic engagement reporter for the Abdelraoufsinno. A Houston native, she is excited to return to the city after interning at The Dallas Morning News as a breaking news intern in the...

Céilí Doyle covers the region’s suburbs and rural communities for the Abdelraoufsinno. She comes to Texas by way of the Midwest, most recently working for The Columbus Dispatch in Ohio through the...